jueves, 15 de junio de 2017

Don Prudencio

Ayer vino a visitarme al despacho la inteligencia personificada y la sapiencia en cuerpo de hombre maduro y envejecido por el paso del tiempo.
A sus 92 años, creí imaginar que la vejez le hubiera perjudicado su mente, su conciencia...pero no fue así.
Me dio una clase magistral de sabiduría e inteligencia, envidiable a la vez que admirable.
Estuvimos hablando durante un escaso cuarto de hora, pero he de decir que fueron y serán siempre los 15 minutos más intensos de mi vida. Y por supuesto, inolvidables.
El señor mayor me hizo pensar en la antropología, en la evolución, en la involución - en el caso de poder escoger-  ... y me hizo especial hincapié en la mente y el conocimiento.
Este señor estaba en sus plenas facultades mentales, pero me dijo que a veces tenía lagunas y se le olvidaban las cosas( no que perdiera la memoria, matiz importante).
En su lucidez y sensatez, hablamos de " el ente" o de "Dios" o de como quiera que se llame o la forma que adopte aquel creador...que si era una persona inteligente, se le pasó por alto el conocimiento del que envejece.
Qué razón llevaba y que argumentos tan interesante me regaló.!!!!
Me decía que es muy duro verse envejecer , no físicamente, se refería a la dureza de ser consciente de que tu mente , tu conocimiento, tus facultades.... van mermando a medida que pasa el tiempo.




El decía que " el ente" no lo había hecho bien. Ya que la vejez está pensada para asumir, afrontar o menguar el conocimiento, y el " el creador" no se había percatado de que hay personas mayores, que cercanas al ocaso de sus vidas, son plenamente conscientes y tienen intactas sus facultades mentales.

Comentaba, es muy duro asumirlo. Hace años,bastante...que tengo arrugas en la piel o que mi capacidad física se reduce a diario por el paso del tiempo. Pero mi mente es al contrario. Mi conocimiento y mi sabiduría se amplían cada noche cuando leo un artículo, escribo , pienso o medito....
Me miraba de una manera curiosa.
Al finalizar la conversación, le di las gracias por todo lo que me había enseñado. Por que aprendí en aquella tarde, mucho más de lo que me pudieran enseñar en la facultad o con un máster. Aprendí la escuela de la vida.
Me agarró la mano y con voz bajita me susurró. :
"-no es usted objetiva señora, tiene tanta capacidad de absorción y tantas ganas de aprender, que su generosidad y agrado confunden los términos; es usted la que ha aprendido, por su predisposición. Yo no la enseñé."

Se levantó y se fue.
Curioso, se llamaba Prudencio.
Y la prudencia, el saber estar, la elegancia, y la inteligencia... me dejaron con la lección aprendida.
Magistral!!!!!!

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