jueves, 7 de diciembre de 2017

Sin Convencionalismos

Supongo que ya te habrás dado cuenta de que no soy nada convencional. 
Es más, ni lo soy, ni me gusta lo convencional. Ni las personas convencionales.
Puedo llegar a tener hábitos y costumbres, pero no ser habitual.
Puedo llegar a ser muy muy clásica para ciertas cosas, pero no tradicional.
A mi me gusta lo novedoso. Lo diferente. Lo que a nadie le gusta, lo prohibido, lo impensable...
Sorprender con pequeños detalles inesperados, y que me sorprendan.
Porque yo lo hago sin condiciones y sin esperar nada, pero es evidente que aún sin esperar, gusta recibir al menos una mínima parte de lo que eres capaz de ofrecer.
No espero de ti rosas, ni regalos de cumpleaños, ni bombones el día catorce de febrero...
Yo quiero veneno. Me apetece el fuego y el ardor de una mente privilegiada.
Necesito inteligencia y sabiduría, para que te hagan único y diferente y a la vez, me pueda llegar a sumergir en un mar de sensaciones donde se unan el placer de la mente, el cuerpo y el alma...los tres en uno.
Me apetece el teatro. Mucho.
Me apetece música en directo.
Empaparme de cine, contigo.
Hablar de Nietzsche o de Sócrates, - por nombrar a alguno- mientras tomamos cervezas.
Tomar vino blanco...mucho vino, mientras hablamos de la Historia de España, por ejemplo.
Quiero coger mi mochila sin rumbo y visitar rincones que a nadie se le ocurriría, pero a ti y a mí, sí.
Quiero cenar un bocadillo viendo una puesta de sol en verano. O desayunar entre sábanas, en la cama.
Me encantaría cocinar con o sin pinche, aprender recetas nuevas, o inventármelas.
Hacer la compra con un toque de locura.
Atravesar un parking, y buscar el rincón más oscuro para fundir mentes.

También me gustan mucho las velas... y las medias, y los tacones.
Y el color negro.
Y el carmín rojo.
Y un saxo de fondo, a ser posible Jazz.

Y marcar la diferencia.
Con veneno.
Con fuego.
O con lo prohibido.

Dejo aquí una letra... de carnaval.
Interesante. Profunda


Para qué quieres, princesa mía, el alma,
como una virgen limpia y libre de pecaos,
si los besos más bonitos que se guardan
son los que se han robao.
Qué pobre diablo te contó la gran mentira
de que el dinero no da jamás la felicidad.
Quién te lo contó, qué diablo más pobre sería,
o qué poco te quería dar.
No resistas la tentación, no, no, no, no
y no le temas a Dios que conmigo no puede.
Y como no hay piedras en el cielo
sobre la Tierra no podrán caer.
Sobre la tierra no hay más que dolores
y miedo a ganar y a vivir, a morir y a perder.
El bien es tan aburrido
que hasta los buenos parecen tontos del tó.
El mal es más divertido,
por eso en el mundo,
el único príncipe soy yo.
El bien es lo que te enseñaron
para ser un esclavo al servicio de los demás.
El mal te sale del alma
y es la manera más humana de sentir la libertad.
El mal resiste derrotas. Ni el amor lo puede parar.
El mal no pasa de moda. El mal no tiene final.
El mal se asoma y se esconde y se disfraza de bien.
El mal es la obra del hombre
porque no hay demonio más grande que él.
No resistas la tentación, no, no, no, no
y no le temas a Dios, que conmigo no puede.
De tanto como me han dicho que soy el demonio,
me he convertido de pronto en el Príncipe del Mal
y me he vestido de fiesta para llamar a tu puerta...

Por carnaval!!!




ἐντροπία

En términos más cercanos al léxico común, la entropía podría ser descrita como la energía que resulta desechable ante un proceso termodinámico, aquella energía que no es utilizada y que por tanto no es considerada útil para tal proceso.
Pero, ciertamente esa definición se usaría en ámbitos comunes, pero en mi caso... ya que no suelo ser común y me interesa lo complejo, lo diferente, lo anormal... voy a usar la palabra entropía para tratar de explicar el desorden que alguien está causando dentro de mi orden.
Si logro acercarme a la definición propia y concreta de la palabra, podríamos usar la entropía procedente del griego- ἐντροπία- como evolución o transformación de algo. En este caso, de mi misma.
Por eso me encuentro entrópica, porque estoy notando una evolución o transformación, sin dejar de ser yo misma, pero dejándome llevar hasta el punto de aceptar el dicho del sabio aquel, 
" Todo fluye; Todo cambia; Nada permanece."
Y es que Heráclito tiene razón.
La evolución, el cambio, la transformación... ocurre, queramos o no, nos demos cuenta o no, o estemos preparados o no.
En mi caso, esta extraña entropía, me ha cogido muy, pero que muy de sorpresa.




Un desorden dentro de mi orden.

Sin más.

"SEGUIRÉ ADELANTE"


Voy a seguir creyendo, aún cuando la gente lamentablemente pierda la esperanza.
Voy a seguir dando mucho amor, aunque otras personas siembren odio.
Voy a seguir construyendo alrededor mío, aún cuando otros destruyan.
Voy a seguir hablando de paz, aún en medio de una terrible guerra.
Voy a seguir iluminando el camino, aún en medio de la oscuridad total.
Y, seguiré sembrando, aunque otras personas pisen la cosecha.
Y, seguiré gritando al viento y al mundo, aún cuanto otros callen.
Y, dibujaré muchas sonrisas, en algunos rostros con lágrimas.
Y, transmitiré alivio, cuando vea que las personas tienen dolor.
Y, regalaré motivos de alegría, donde vea y haya tristezas.
Invitaré a caminar a cualquiera que decidió por su cuenta quedarse en un sitio, y levantaré los brazos a los que se han rendido, y no tienen ninguna esperanza.
Porque en medio de la desolación, y la amargura siempre habrá un niño vigilante que nos mirará esperanzado, y la vez tratando de esperar algo de nosotros, y aún en medio de una gran tormenta.
Por algún lado saldrá brillante el sol matutino, y en medio del desierto árido crecerá una planta, llena de flores y de frutos.
Siempre habrá un pájaro cantando alegremente alrededor nuestro, habrá también un niño que nos sonreirá alegremente y una mariposa que nos brinda su belleza silvestre.
Pero...si algún día ves que no sigo al lado tuyo, ya no sonrío o callo, sólo acércate, abrázame y dame un beso, un abrazo o simplemente regálame una sonrisa. Son esas cosas simples las que nunca se olvidan.
Con eso será suficiente por ahora, seguramente ya habrá pasado la tormenta que la vida me abofeteó horriblemente, y me sorprendió infraganti por un segundo
.



lunes, 4 de diciembre de 2017

Mi consejo es “ que te largues”

Que te largues. A otro lugar, a otro corazón,a otros labios, a otro país, a otra casa, a otro trabajo. Que te largues, y que te largues lejos. De lo que te hace sufrir, de lo que huele a viejo, de lo que ya no usas, de lo que no te aúlla dentro como mil bocas de lobo en mitad de la noche. Que te vayas. De lo que sobra, de lo que no te empuja hacia adelante, de lo que no brilla, de lo que es rancio y tiene un sabor amargo, como el portazo que se le da a un círculo que se cierra o la despedida que se cuela entre los dedos cuando ya no puede avivarse lo que está muerto.
Que te empeñas en quedarte donde ya no te quieren, por el ‘tal vez’, el ‘ojalá’, el ‘y si mañana’. Lloriqueando en los rincones, los corazones, escupiendo -y esculpiendo-  lágrimas y haciendo obras maestras con un dolor que ya no te pertenece. Porque sí  y porque no vamos a engañarnos a estas alturas. Que nos faltan pelotas y nos sobran motivos para largarnos. De aquí, de allí, del ‘ya veremos’, del ‘quizás más adelante’.
Que no nos alejamos porque no (nos) queremos y porque estamos hechos de piedra en lugar de precipicio. Impregnados en silencio, en condescencia nuestra y ajena, de conformismo y de pasado. Y las risas, y el movimiento, y la vibración para el de al lado, que a nosotros nos pesa demasiado eso de decidir empezar la vida porque no vaya a ser que me dé un guantazo y entonces la liemos.
Que te repito: que te compres el billete, que dejes el frío y que vivas. Que te alejes. De la sombra de tu sombra, de la opinión de la masa, de las preguntas intrusas, del silencio dilatado,  del veneno y los estómagos vacíos. Que busques y que encuentres, que no te vacíes y que si saltas lo hagas sabiendo que puedes estamparte.
Porque si te quedas, si finalmente decides que no te largas y te quedas, porque estás inmóvil esperando sin conciencia y sin supervivencia, arrastrado y exhausto quejándote de lo que no te gusta, entonces te mueres y de ahí ya no sales. 
Y si de ahí ya no sales, te lo prometo, entonces te lo pierdes.

He querido compartir este escrito porque está lleno de fuerza, de seguridad y de optimismo.Me siento súper identificada y súper reflejada en el.
Me largo!!! Y me largo a volar... donde sea. Pero a volar.