jueves, 19 de agosto de 2010

La vida. La muerte

Creo que pocas han sido las veces, por no decir ninguna, en las que yo he escrito algo referente a la muerte, que no el fin de la vida.
Está claro que cuando te toca de lleno y cercana, es verdaderamente cuando te das cuenta del valor que puede tener la vida.
Por eso sigo inclinándome siempre por la filosofía del " carpe diem"... porque no somos absolutamente nada y en cualquier momento, en el que menos esperemos, cruzamos el umbral y se acaba todo.
Ayer se fue un gran amigo, un rociero de los que enseñan con su templanza, su bondad, su saber estar, su fortaleza, su conocimiento, su fe... su amor a la Virgen del Rocío.
Una persona cristiana con el corazón lleno de humildad que un día bajó de Santander a conocer a la Virgen y se llenó el alma de conocidos, de amigos, de vivencias, de caminos, de momentos inolvidables...
Es para mi un privilegio el haberle conocido, el haberle tratado, el haber compartido con él conversaciones, ratos de cante, charlas de las que enseñan...siempre sintiéndome identificada con todo lo que me contaba, porque él no fue rociero de cuna, como tampoco lo soy yo. Por eso tenía para mi aún más valor sus testimonios, sus anécdotas o sus ojos brillando una de tantas madrugadas que compartimos junto a Ella.
Comprometido con el necesita, hombre gran corazón, arrimando el hombro y estando siempre donde sabía que tenía que estar.
Aún recuerdo sus lágrimas, sus abrazos, sus muestras de cariño...y de testigo Ella, siempre Ella.
De tantas como compartimos, me faltó una de las fundamentales y según él, la más importante. Hacer el camino. Me hubiera encantado caminar a su lado junto a mi simpecado marinero.

De todas formas, el día que camine, sea cuando Ella lo decida, se que dondequiera que estés me vas a acompañar, y harás el camino conmigo porque tu fuiste uno de los primeros que me enseñaste el verdadero Rocío y amarla como la amo. Me decías tantas veces que ese era mi camino y que tenía que hacerlo, que encontraría la paz en el coto, que me encontraría a mi misma en los Ánsares y que llegaría plena a Sus Plantas. Caminarás conmigo, te lo aseguro.

Hoy la tristeza me inunda por esta gran pérdida.
La muerte es dura para los que nos quedamos. Tú vas a estar bien, lo se. La Virgen del Rocío te ha reservado un sitito muy cerca de Ella, en vista del amor que le has tenido y que sé que le tendrás eternamente.

Gracias por todo lo que me has regalado siempre.
Gracias hermano, amigo, gran rociero.
Nunca te olvidaré, Chumi.

A mi??? a mi no hay perros que me ladren

Caminito de la Meca
a la par iban dos arabes,
y unos perros del camino
le salieron a ladrarles.

Airado uno piedras
no cesaba de tirarles...

Al año justo
volvia el otro caminante
y hayose al otro todavia
enredado con los canes
y le dijo:

¡Pero imbécil! ¿NO CONOCES QUE HASTA EL FIN DE SU VIAJE NUNCA LLEGA, EL QUE HACE CASO DE LOS PERROS QUE LE LADREN?


Gracias Francisco, me ha encantado el relato.