miércoles, 19 de abril de 2017

La sonrisa y la mirada

Cuando tengo la oportunidad de analizar a una persona por su físico, en lo primero que me fijo es en la sonrisa.
Ella denota algo muy importante, sabiduría.
Sí, precisamente eso. Sabiduría.
Una sonrisa me transmite una expresión del estado de ánimo, un momento álgido, un instante adecuado o inadecuado y hasta incluso un deseo -sobre todo si esa sonrisa va acompañada de una pequeña mordida en el labio inferior-
Puedo llegar a descubrir muchísimas cosas a través de una sonrisa... si la persona es limpia y aseada, meticulosa o pulcra, si es divertida, alegre, o por el contrario todo lo opuesto.
Hay sonrisas hipócritas y otras llenas de ironía , que aderezadas con una pizca de maldad, retratan personas indeseables y poco honestas.
Me gustan las sonrisas pícaras, porque tras algunas de ellas se esconden, con seguridad, momentos rescatado de una imaginación infinita, o las que cogen de la mano a los instantes de placer, que quizás sean esas, las que más me gusten.
Las tímidas y reprimidas, me apasionan.
Y las verdaderas y que salen del alma, me fascinan.

Pero, indiscutiblemente me quedo con las que van unidas a una expresión infinita...
Y entonces aparece la mirada.
Hay miradas que atrapan, que llenan, que vacían, que matan, que hacen vivir, que hacen sentir, que te atraviesan , que te reviven, que te hieren, que te duelen...
Y sin embargo hay otras que te hacen vibrar con tan solo un instante, con el cruce de la seducción, o el momento de la pasión desfrenada, sin medida.
Me enloquecen esas miradas inteligentes que te hacen pensar, en qué estarán pensando...
También me domina las mirada que es capaz de indagar y que logra atravesar mi mente.Esas miradas, me hacen sentir mujer, y causan hasta deseo de descubrimiento.
Miradas sinceras, y otras que no tanto...porque por medio de la máscara que cubre el brillo natural de los ojos, hay  una tremenda barrera que en algunos casos impide ver la transparencia del ser humano y en otros, deja ver su condición, con tan solo observar la maldad, a través de esa barrera.
Las tiernas, las dulces, las bondadosas, las honestas, las románticas, las sinceras, las nobles, las de verdad... esas no se encuentran fácilmente, pero en el momento que la sinceridad me facilita acceder a ellas, mi mirada se funde entre estas y me entran ganas de poseerlas y hacerlas mías. Para que se queden conmigo, y nunca se vayan.




Mi sello de identidad.
Siempre.
Mi sonrisa y mi mirada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta,tienes toda la razón,una sonrisa y una mirada pueden decir mucho de una persona,me fascinaria q pudieras ver la mia y decir q piensas de ellas