miércoles, 9 de mayo de 2012

Ella, mi almohada.

Te vienes un ratito aquí a mi lado y navegamos juntos por un mar de sensaciones agradables?
Las compartimos?
Ven, siéntate aquí.
No me mires con esa cara de sorpresa, que sabes perfectamente que cuando quiero transmitir algo importante, en mi semblante se nota, entre otras cosas, por mi gran capacidad de expresión , imposible ocultarlo, está claro.Además, sé que mi sonrisa me delata cada día, así como las miradas cómplices.

Mi almohada está sufriendo de ansiedad, la tengo desquiciada.
Pero es que es imposible no sincerarme con ella, me conoce a la perfección y cada noche, cuando me pregunta qué tal ha ido el día, lo hace aún a sabiendas de la ilusión que ultimamente desprende mi alma, no ha podido ir mejor, a pesar del trabajo, de la monotonía, del diario, de lo habitual.... ella es muy lista y cuando hace esa pregunta, la hace conociendo la respuesta; pero quiere saber más y más...
Y yo le cuento, y la hago partícipe de mis ilusiones, de mis sueños, de mis emociones,de mis inquietudes, de mis miedos...

Y ella me escucha, me serena, me aconseja, me comprende, me acoge...me ayuda a seguir hacia delante, me recomienda que luche, me susurra que lo intente, me dice que avance hacia delante, que me colme del valor y de la fortaleza que me caracteriza, y que me deje llevar. Que no me preocupe, que si en un momento dado hay un muro, que no me estrelle contra el, que lo escale, que siga avanzando, que ella me empujará para que suba hasta lo alto, y mirar que hay detrás.

Mi compañera, mi amiga, mi consejera...


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