miércoles, 2 de enero de 2008

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Un momento. No. No sigas leyendo.
Si lo haces es porque tienes plena confianza en lo que escribo, porque puede que me conozcas un poco y estás seguro de que se avecina una sincera tormenta de palabras.

Haciendo una reflexión y un breve repaso a las flechas que Cupido me dirigió en su momento, estoy en plenas facultades de negarme por completo a las tonterías, a la falsedad de promesas incumplidas, a los dimes y diretes entonando melódicamente el “ puedo prometer y prometo, porque yo lo valgo”.....
No me apetece para nada encontrar una satisfacción personal tan sumamente concertada, por el mero hecho de querer tener el corazón llenito. No, gracias.
No estoy dispuesta a aguantar a memos que se dejan guiar por una mujer, quedando anulados totalmente como personas, tan sólo por querer tenerlas como princesitas o como reinas de un paraíso terrenal inventado y lejano a la realidad. A mi realidad.
No quiero a aquellos que por un “ Sí Buhana” dejan de existir, dando paso a una personalidad inventada, adquirida, adaptada a las circunstancias de quien le rodea, para agradar, adular e incluso venerar a la persona con la que comparte su vida. No me interesa.
No deseo entregarme a aquél que no es dueño de sus pensamientos, a aquél que se deja influenciar por terceros y no es firme ni tampoco fiel a sus principios.

Necesito fuerza. Es lo que a mi me caracteriza. La tengo..... pero necesito que el que llegue también la posea. Aún más que yo, si cabe. Para unir la suya con la mía. Anhelo y deseo que la fortaleza se multiplique por dos o que se eleve al cuadrado, si cabe. Pero que no se divida. Entonces sería cuando la verdadera esencia del sentir del corazón....alcanzaría su punto álgido de plenitud y satisfacción....Sólo entonces.

Mi gran capacidad de adaptación ante cualquier circunstancia novedosa o conocimiento personal venidero, me sugiere desprenderme de aquellas cosas que me hacen ser peor persona. Pero eso va dentro de los propósitos de enmienda que cada cual tenemos en nuestro haber y tan sólo nosotros mismos sabemos de que manera evitar que aparezcan para que no lleguen a ser impedimento.

Amar es compartir. No dividir. Eso nunca. No quiero despojarme de lo que tengo. De mi entereza, de mi seguridad, de mi firmeza, de mi fortaleza,de mi claridad de ideas.....No quiero. En todo caso, deseo que se duplique....o que se eleve a la máxima potencia.


5 comentarios:

celemin dijo...

Sabes que prohibir algo, inmediatamente hace que nuestra curiosidad innata y nuestro rebeldía nos incite a ignorar tal condición.

Me ha venido a la mente aquella parabola del árbol y el junco....

Blas Femen dijo...

El amor es madurez, sin embargo lo habitual es que bajo la etiqueta de "amor" pasen multitud de miserables relaciones de pareja que son alienantes, con el único pretexto de no estar solo. Y lo paradójico es que para amar plenamente antes hay que saber vivir solo.

Huir de la soledad no es echarse en los brazos del amor, sino en los de la desesperación.

Sur dijo...

celemin....
cuando se tiene capacidad para prohibir, estoy totalmente convencida de que también se tiene capacidad para ignorar tal condición.
Evidentemente se debe a la curiosidad innata y a la rebeldía que nos puede incintar el llegar a alcanzar tal prohibición.

Sabía que el escrito podía derivar referencias hacia la parábola del árbol y el junco....pero, en este caso, me identifico con el junco ( que siendo flexible puede llegar a tener mucha más fortaleza que un árbol con raíces profundas)

leónidas.....
huir de la soledad es encontrar la desesperación, estoy de acuerdo. Por esa sencilla razón disfruto de la madurez de una soledad que me incita a enamorarme cada día de las pequeñas cosas que me rodean ( aunque la coraza me la quité hace algún tiempo, para dejar paso al esperado que sepa dar buen uso al significado de la palabra COMPARTIR)

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...


Sí, vale, muy bonito, pero después siempre queremos cambiar al otro. Sin llegar siquiera a ser conscientes de ello.

Sur dijo...

Yo nunca he querido cambiar a nadie, ni tampoco he sido consciente de ello. Se ve que ha tenido usted a alguien que le pudo hacer cambiar en algún momento de su vida, alomejor sin que usted fuera consciente. Ya le digo que para mi eso es incoherente. Entre otras cosas porque me baso en el Principio de la Toleracia. Y continuo aplicando el de Tratar de Agradar.