martes, 23 de octubre de 2007

El cielo


Este fin de semana he estado en el cielo. Ha sido francamente sorprendente, porque ya había estado en ese lugar, pero no tenía conciencia de que aquello era el cielo. Quizás haya influido mucho la compañía.....supongo que sí. También ha podido ser por la cantidad de vivencias y momentos que he compartido durante estos días. Pero, lo que he me ha hecho pensar que he estado en el bendito cielo, ha sido el volver cargada de sensaciones inexplicables. Estoy llena. No sé explicar exactamente de qué estoy llena, pero me siento plena. Mi alma está rebosante de alegría, satisfacción, amor, amistad, fe, consciencia, fortaleza, seguridad, emociones, sentimientos........ y todo eso gracias a que he podido encontrarme con María.

La había visto en muchísimas ocasiones, pero esta vez ha sido totalmente diferente. Esta vez ha sido porque he caminado hacia su encuentro, Ella me llamó para que fuera a verla.Lo necesitaba. Hacer un camino lleno de emociones y sentimiento, para culminarlo con mi encuentro con Ella. Descubrir durante el camino, que no estoy sola. Principalmente porque me he encontrado conmigo misma, y porque sé que estoy rodeada de muchas personas que me quieren y me aprecian.

Peregrinar no es algo físico. Andar el camino, sí que lo es. Pero peregrinar, no. Eso no es algo que se haga con esfuerzo...... para peregrinar hay que tener el alma limpia, y así poder llenarla de lo que vas a buscar, para poder colmarla en el encuentro con quien te espera al final del camino.

Allí estaba María Santísima del Rocío, esperándome. Me sonrió. Me habló con Su mirada y me dio la enhorabuena por haber limpiado mi alma. Y me la llenó con su gozo, que es mi gozo. Y me la colmó con ilusiones renovadas y nuevas esperanzas. Y Antonio me acompañó en ese encuentro. Él fue el principal motivo de mi peregrinar. Él fue el que me alentaba a seguir caminando para poder encontrarme con Ella. Su sonrisa y el brillo de sus ojos, cuando entramos a Verla, la recompensa perfecta al final del camino.

Gracias Rocío.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Anduve por los caminos del norte. En mi camino me crucé con peregrinos que, en silencio, se dirigían al encuentro del Apóstol. Caminos de silencios, de penitencias, de confidencias con los vientos. Caminos de bosques infinitos, escarcha en el suelo y cumbres nevadas al fondo. He encontrado esas mismas sensaciones en tus palabras de este Sur de tanta esencia. Leyéndote pienso que la Virgen se hizo tu amiga y te acurrucó con el manto de su cariño.

Casi lo olvidaba...Mar, Sur, como quieras llamarte... la próxima vez que incluyas en tu blog unas sevillanas como las de Estrella, por favor, no me digas “son muy bonitas”… di mejor “son sublimes”

manuel